Las primeras preguntas que nos surgieron al inicio del proyecto se centraban en cómo podíamos conseguir un espacio híbrido, compartido por diferentes personas que desarrollan actividades diferentes, y qué características físicas debía tener el espacio para satisfacer las necesidades y sensaciones de los usuarios.

Los primeros conceptos que surgieron fueron los de flexibilidad de usos, de espacio y de tiempo, la variabilidad de las atmósferas y el confort visual y acústico.

Los ambientes son concebidos como una sucesión de espacios con diferentes texturas, materiales y colores que confieren, a quien camina por la oficina, una sensación de frescura, transparencia y cuidado que refleja el espíritu de la empresa.

Un tema muy importante en el diseño de oficinas, aparte de los puestos de trabajo, es el recorrido que hay entre ellos y como se llega a cada uno desde la entrada. 

La profundidad de campo en la mirada desde cualquier puesto de trabajo es igual de importante que puesto en si mismo.

Las cuatro fachadas que miran hacia el exterior dotan al edificio de un potencial que explotamos dejando una relación tanto visual como física entre las ventanas.

Buscamos la armonía entre los espacios de concentración y de relación, espacios de descanso y actividad, despachos cerrados y zonas operativas abiertas, así como la vivencia de estos espacios entre el usuario fijo y el ocasional.